Isla Saona a bordo de un catamarán
Cuando el día promete sol y mar turquesa, nos proponemos una visita a la isla de Saona en pleno Caribe dominicano. Pero no será una visita más, sino que combinaremos un par de “transportes” para tomarle distintos ritmos al paseo.
Y no tendremos que irnos muy lejos de nuestro hotel Gran Bahía Príncipe La Romana, allí mismo podemos contratar lo que sea necesario.
En principio cargaremos nuestros equipos de snorkel o buceo, nuestras cámaras subacuáticas y el mejor ritmo de nuestro cuerpo porque el día promete actividad y música. Saldremos en una lancha rápida para que el viento sobre el Caribe nos anticipe el vértigo de la jornada.
A poco de llegar a la pequeña isla, que parece especialmente reservada para nosotros, nos sumamos a una caminata en un improvisado safari fotográfico por el interior. No hay forma de perderse, la vegetación y las playas parecen puestas allí sólo para nuestras lentes.
Un alto en la marcha para el primer chapuzón en el mar. Un paseo con los nuevos amigos a bordo de un skyboat o la tradicional “banana” para llegar al mediodía divertidos. ¿Os apetece comida local? Una parrillada de verduras, pescados y mariscos de la zona nos espera en la playa. Y la música ya suma ambiente.
Por la tarde haremos las inmersiones para fotografiar o simplemente admirar las bellezas subacuáticas. Colonias de corales, bancos de esponjas, jardines de plantas acuáticas y miles de peces a nuestro alrededor.
Estamos en República Dominicana, o sea que el ritmo y el ron no pueden faltar. Las rondas de bachata se alternan y nos llevan al compromiso de demostrar nuestras habilidades con el baile. La arena no ayuda, pero poco importa. Los pies descalzos “aprenden” los ritmos caribeños con facilidad. O eso intentan, al menos. Todos estamos en el mismo plan, disfrutar, así que poco importa el estilo … nos animamos a todo.
Así, entre baile, amigos, anécdotas recientes y el asombro aún en los ojos, la tarde se nos va de a poco. Es hora de regresar, ya a ritmo lento. Esta vez lo haremos a bordo de un catamarán, dejándonos mecer en la cubierta blanda, llevados por el viento. El sonido del mar sobre los flotadores, nos llama a mirar el horizonte. Un sol rojo se despide y promete volver mañana, con mas aventuras para compartir.
Imagen | Arteunporro
